La imagen de una empresa es mucho más que un simple logotipo o un eslogan pegadizo. Es la impresión general que los clientes, empleados, inversores y la comunidad en general tienen de la organización. La construcción y el mantenimiento de una imagen sólida no solo son cuestiones de estética, sino que tienen un impacto directo en la reputación, la lealtad del cliente y, en última instancia, en el éxito empresarial.